miércoles, 16 de marzo de 2011

19 de marzo, San José - Día del padre - PADRES BUENOS Y BUENOS PADRES

Guía a tus hijos, llénales de sabiduría y de voluntad.
"Padres buenos hay muchos, buenos padres hay pocos. No creo que haya cosa más difícil que ser un buen padre. En cambio no es difícil ser un padre bueno. Un corazón blando basta para ser un padre bueno; en cambio, la voluntad más fuerte y la cabeza más clara son todavía poco para ser un buen padre.”Así dice Aaron Hass, profesor de Psicología y Psiquiatría dedicado a la terapia familiar y padre de dos hijas.  Estas son las diferencias que hay entre padres buenos y buenos padres:
El padre bueno quiere sin pensar, el buen padre piensa para querer. 
El padre bueno sólo sabe decir sí. El buen padre dice que sí cuando es sí y que no cuando es no.
El padre bueno hace del niño un pequeño dios, que acaba convirtiéndose en un pequeño demonio. El buen padre no hace ídolos; templa el carácter del hijo llevándolo por el camino del deber y del trabajo.
El padre bueno ablanda la voluntad de su hijo, ahorrándole esfuerzos y responsabilidades. El buen padre echa a volar la fantasía de sus hijos con cualquier cosa por simple que sea.
El padre bueno no se atreve a exigir por temor a ser menos querido; el buen padre exige con amor y ama con exigencia.
Y, de este modo el padre bueno llegará a la vejez decepcionado y arrepentido, mientras que el buen padre crece en años respetado, querido, y al final comprendido.
Tomás Malmierca, educador de Fomentos de Centros de Enseñanza y padre de ocho hijos, expone algunas características principales de la paternidad.
El padre llena con su presencia un hogar, igual o distinto que la madre, pero lo llena. El padre aporta seguridad, confianza; sustentos afectivos, cariño, comprensión, perdón; sustentos intelectuales, enseñando a sus hijos; y sustentos espirituales.
Del padre se espera autoridad, que significa referencia, guía, conocer el camino de la vida, marcar unos límites por el bien del hijo, saber corregir sin humillar. Sabe exigir, al igual que la madre, para que sus hijos sean fuertes, trabajadores, respetuosos con el ser humano y con el medio ambiente. Es diligente cuando sanciona. El padre confía en los hijos, anima a usar la libertad. Es a la vez autoridad y acogimiento. Esperan de él amor, cariño, afecto, abrazos. No es propio de la paternidad el distanciamiento afectivo. Por eso, es afable, sabe consolar, tiene sentido del humor, sabe recibir, promueve, cuida la vida de familia y sabe celebrar.
LLena la vida de tus hijos de recuerdos buenos, de enseñanzas: enséñales a jugar, hazles un dibujo, cuéntales cómo te enamoraste de su madre, háblales de la historia de tu vida y sobre todo, proponte tiempo para escucharles. Recuerda que eres guía de tus hijos, que ellos buscan tu colaboración o tu opinión sobre sus iniciativas.
Con nuestros mejores deseos de que seas un buen padre
¡Feliz día papá!
Jaime Márquez
Revista PALABRA nº133, marzo 2005

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